Todo transcurre en una lenta atmósfera de tórridos sonidos,
acompasados,
como latidos dispersos de almas que perdieron su sudario,
y la tarde se descuelga en tus limites ahogados
de sombras que no saben de espacios.
No se descubrir
en que sitio nació la luz,
y cual fue el último rincón que la viera,
sonriente,
buscar otro amante,
entre rocíos otoñales de claudicaciones pueriles abortadas
en tus manos.
Y puede que nunca lo aprenda,
como no entiendo el camino sinuoso,
que convierten estos trazos en verbos diluidos
en los margenes de mi historia...
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